domingo, 19 de octubre de 2008

PLANIFICACIÓN FAMILIAR Y REGULACIÓN RESPONSABLE DE LA FECUNDIDAD


La sexualidad humana tiene funciones: La erótica, la reproductiva y la vinculativa o comunicativa. La función reproductiva de la sexualidad humana es la más antigua desde el punto de vista filogenético, esta es una función que compartimos con los demás animales. La reproducción tiene como función biológica perpetuar la especie y tiene también otras funciones desde el punto de vista social, la psicológico y trascendental. La opción de procrear satisface la necesidad de "crear" juntos un nuevo ser, una nueva vida, de perpetuarse en el sentido trascendental, de dar "vida a una nueva vida", para ser mejores como especie.
En otras especies animales el principio biológico para facilitar la supervivencia se relaciona con el número de reproducciones, entre más sean los nacimientos mejores posibilidades de supervivencia para la especie. En el año 2.000 los seres humanos sobrepasamos el habitante seis mil millones (6’000.000.000) y esto no ha significado mejora en el nivel de vida de la humanidad o mayores posibilidades de supervivencia, tal vez por el contrario.
Históricamente las sociedades y las culturas humanas han hecho diferentes intentos para ejercer control sobre la natalidad, la fecundidad y la estructuración la familia. Esto ha estado regulado y mediado por las creencias religiosas, los requerimientos económicos y las fuerzas de poder social de cada época cultura.El sentido de ser padre y madre y de tener hijos y de familia ha evolucionado con el desarrollo de la cultura humana. En la cultura occidental la sexosofía tradicional que ha regulado la sexualidad ha tenido una fuerte influencia judeo-cristiana. Dentro esta sexosofía se ha dado más importancia a la función reproductiva de la sexualidad. Los preceptos religiosos han mediado la concepción de la construcción de familia y el uso de las prácticas para regular la fecundidad.
Desde siglos atrás se le atribuyó a la sexualidad una función predominantemente reproductiva, como si esta fuese la única función de la sexualidad humana. El sexo para la pareja tuvo un sentido reproductivo; lo lúdico, recreativo, comunicativo y placentero del ejercicio sexual tenía en las parejas una función secundaria, como relegada a un segundo plano, en muchas ocasiones no estaba relegada, sino que se negaba su legitimidad. Culturalmente se espera que hombres y mujeres se unan en pareja y tengan hijos, la sociedad presiona de muchas maneras a las parejas recién unidas para que tengan familia, independientemente de que estén o no preparadas integralmente para ello.
El desarrollo de las prácticas de regulación de la fecundidad han posibilitado disfrutar de lo hermoso y maravilloso de la ternura, el placer, el amor y la comunicación mientras que la pareja logra las condiciones emocionales y sociales para tener hijos-hijas si esta es su decisión. Las parejas modernas cuentan con mayores alternativas para regular la posibilidad de embarazo, lo cual ha llevado a que la formación de una familia con hijos pueda ser prevista cada vez más como una opción responsable y madura, producto a su vez de un proceso de toma de decisión. En este sentido aún es mucho lo que hay por hacer desde la educación sexual y la planificación familiar.
Una buena proporción de los embarazos de nuestra población en edad fértil de un coito que no buscaba intencionalmente la procreación no fueron previstos, no hacía parte de un plan de vida individual y de pareja, fueron concebidos como consecuencia de un coito que no previa el embarazo y que no se tuvo con tal objetivo.

Iniciando el siglo XXI aún es mucho lo que hay que hacer en materia de planificación familiar y regulación de la fecundidad. Desdichadamente la educación sexual tradicional en la mayor parte de los casos no facilita la formación de los requerimientos básicos para estructurar exitosamente una vida familiar, en el mejor de los casos se ha centrado en la entrega de información relacionada con la fisiología y la anatomia de la fecundación, el embarazo y parto, descuidando la formación actitudes, valores y habilidades necesarias para el desarrollo y la estructuración de una maternidad-paternidad responsable y realizante. Tener un coito para que un espermatozoide fecunde un óvulo es una cosa y criar adecuada, positiva y responsablemente una familia es otra. Estructurar una familia, optar por la maternidad y estructuren mejores familias y que se ejercita una paternidad y una maternidad más responsable y exitosa.
El término "anticoncepción", ha tenido una connotación negativa, ya que se asocia a una posición contra la concepción. En este trabajo nos referiremos a los llamados "métodos anticonceptivos", más bien como "métodos para regular la fecundidad". Se definen como todas aquellas acciones dirigidas a poder disfrutar de la función erótica sexual, ejerciendo control voluntario y responsable sobre la función reproductiva, al servicio o no, de un plan de construcción de vida .
Existen métodos para regular la fecundidad que difieren en sus características, nivel de efectividad, efectos secundarios y funcionabilidad. La función principal de estos métodos para regular la fecundidad no es "oponerse a la construcción de la familia", la función principal es facilitar el ejercicio de una sexualidad responsable, el cual, se considera un derecho sexual y reproductivo de hombres y mujeres.
El uso responsable y adecuado de los métodos para regular la fecundidad es un componente que hace parte del proceso de planificación familiar.
La planificación familiar hace referencia "al proceso de toma de decisiones que una pareja hace respecto al tipo de familia que desean conformar y al proyecto de vida familiar que desean construir”. Comúnmente se confunde planificación familiar con "no tener hijos", "lo que hace una pareja para no tener hijos", "el uso de métodos para no tener hijos" etc. Desde nuestro concepto esto no es planificar una familia, aunque algunos de estos elementos si hacen parte de la toma de decisiones que debe tener una pareja que planifica intencional y conscientemente una familia. Escoger un método para regular la fecundidad es una cosa y planificar una familia es otra más compleja aún, escoger un método para regular la fecundidad hace parte del proceso de planificación familiar.
Ser padre y madre es una experiencia maravillosa que puede ser fuente de realización personal siempre y cuando, se tenga la preparación adecuada para ello. Cada quien escoge como llegar a la paternidad y a la maternidad: por azar, las circunstancias o como resultado de una libre, consciente y responsable decisión.
Este proceso implica que la pareja elabore consciente y explícitamente respuestas a una serie de interrogantes que incluso proponemos sean planteadas en un cierto orden "lógico" y secuencial:
La primera pregunta que deberían responder una pareja en proceso de planificación familiar sería:
Deseamos tener hijos?
Cuáles son las razones por las cuales los deseamos tener?
Qué sentido tiene tener familia para cada uno y para la pareja?
La paternidad y la maternidad no tienen que ser una opción de vida para todo el mundo, por otra parte es una decisión importante en la vida. De hecho muchas personas hubieran hecho mucho bien a la humanidad si nunca hubieran tenido hijos en las condiciones que los tuvieron y criaron. Es importante que la pareja se replantee las razones por las cuales desea conformar una familia.
Le seguiría en segundo orden las siguientes decisiones:
Cuáles son nuestros proyectos de vida? (El tuyo, el mío, el nuestro)
Qué papel juega construir familia en estos proyectos?
La construcción de un proyecto de vida familiar no es incompatible con la construcción de un proyecto de vida personal, pero es importante saber planear para que armonicen y no sean fuente de conflicto. Muchas mujeres especialmente, más que hombres, han tenido que aplazar o sacrificar expectativas de vida y proyectos de desarrollo por hacer frente a la crianza de un embarazo no planeado. Esto es típico en nuestra cultura en la que aún predomina una concepción sexista de la familia.
1. En este orden seguirían:
2. Qué tipo de familia deseamos formar?
3. Cómo deseamos tratar nuestro hijos?
4. Qué tipo de ambiente familiar aspiramos a construir?
5. Cómo desearíamos formar l@s hij@s?
6. Qué tipo de formación y de valores esperamos fortalecerles?
7. En qué condiciones de vida deseamos tenerles y criarles?
Una buena parte de las parejas no hablan, ni mucho menos acuerdan criterios sobre la crianza que darán a los hijos o hijas, se unen con una visión idílica de la paternidad y maternidad, desconociendo aspectos importantes relacionados con la crianza exitosa. Se tienen los hijos y en el camino de la vida familiar ajustan las cargas al ritmo del ensayo y el error.
A partir de las anteriores respuestas, se responderían las siguientes preguntas:
1. ¿Cuántos hijos deseamos tener?
2. ¿En qué momento de nuestras vidas les tendremos?
Siendo éstos los planes de construcción familiar, entonces ahora si será importante tomar las siguientes decisiones:
1. Cómo disfrutaremos de la sexualidad y el erotismo ejerciendo control sobre fecundidad?
2. Qué métodos para regular la fecundidad serán más convenientes, adecuados, funcionales y coherentes con nuestras creencias religiosas y estado salud?
Estas últimas preguntas son las que se han atribuido el concepto de planificación familiar. Una charla sobre métodos para regular la fecundidad es una cosa y un proceso de formación para planificar una familia es otra, este debe ser un proceso que la pareja antes de unirse debe reflexionar y decidir.
Desde esta perspectiva la enseñanza de los métodos para regular la fecundidad haría parte del proceso de planificación familiar, se diferenciaría el concepto de uso responsable de los métodos para regular la fecundidad y el concepto de planificación familiar. Tal vez una pareja sepa usar exitosamente los métodos para regular la fecundidad, lo cual no significa que tendrán éxito también en la construcción de una familia que ofrezca a sus miembros las condiciones necesarias para desarrollarse con plenitud. Los estudios en diferentes países, entre Colombia muestran una disminución sustancial en la tasa de natalidad, lo cual es un factor necesario para mejorar la calidad de vida familiar, pero que a nuestro juicio no es suficiente. Números menores de hijos no significaría más éxito en la calidad de la vida familiar.
El uso responsable de los métodos de la regulación de la fecundidad es de beneficio para las parejas tengan o no planes de familia, es de vital importancia para todo tipo de parejas regulares (en convivencia con o sin matrimonio y noviazgo) y ocasionales. La planificación familiar requerirá de un proceso complejo de formación que promueva desde tempranas edades valores, actitudes y habilidades para una paternidad/maternidad responsable y exitosa como producto de una opción libre y consciente. Por supuesto esto requerirá de procesos intencionales, permanentes y sistemáticos de educación sexual tanto en el sistema educativo como familiar.

LEONARDO ROMERO SALAZAR
Codirector del Centro de Asesoría y Consultoría
Miembro de la Sociedad Colombiana de Sexología y de la WAS (World Association for Sexology)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las personas tienen derecho a recibir una educación integral, y en materia de educación sexual hasta el momento la visión biologista que se da influye en la cantidad de hijos mas no en la calidad de vida de los hijos con su familia.


Patricia Iglesias

Unknown dijo...

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