domingo, 19 de octubre de 2008

DÍA DE LA MADRE


Las primeras celebraciones del Día de la Madre, se remontan a la antigua Grecia donde se le rendían honores a Gea, la madre de los dioses Zeuz, Poseidón y Hades.
Los romanos llamaron a esta celebración La Hilaria cuando la adquirieron de los griegos y se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se hacían ofrecimientos.
Los primeros cristianos transformaron estas celebraciones en honor a la Virgen María, la madre de Jesús.

En el santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción,fecha que se mantiene en la celebración del Día de la Madre en algunos países como Panamá.
En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un acontecimiento similar, también a la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras.
En Estados Unidos, en cambio, la celebración tiene sus orígenes hacia 1872, cuando Julia Ward Howe, autora del Himno de batalla de la República, sugirió que esa fecha fuera dedicada a honrar la paz, y comenzó celebrando cada año encuentros en la ciudad de Boston, Massachusetts en celebración del Día de la Madre.
Ana Jarvis 1905, se comenzó a enviar cartas a políticos, abogados y otras personas influyentes solicitando que se consagrara Día de la Madre el segundo domingo de mayo y para 1910 ya se celebraba en muchos estados de la Unión, así 1912 logró que se creara la Asociación Internacional Día de la Madre con el objetivo de promover su iniciativa.
Finalmente, en 1914,el Congreso de Estados Unidos aprobó la fecha como el Día de la Madre y la declaró fiesta nacional, lo cual fue apoyado por el PresidenteWoodrow Wilson.
Más tarde otros países se adhirieron a esta iniciativa y pronto Ana pudo ver que más de 40 países del mundo celebraban el Día de la madre en fechas similares.
Sin embargo, la festividad impulsada por Ana Jarvis comenzó a mercantilizarse, de manera tal que se desvirtuaba el origen de la celebración. Esto motivó a que Ana presentara una demanda, 1923, para que se eliminara la fecha del calendario de festividades oficiales.
Su reclamo, de gran alcance, provocó que fuera arrestada por disturbios durante una reunión de madres de soldados en lucha, que vendían claveles blancos, el símbolo que Jarvis había impulsado para identificar la fecha.
Ana luchó con insistencia contra la idea que ella misma había impulsado, perdiendo todo el apoyo de aquellos que la acompañaran inicialmente.
En un reportaje que le hicieron antes de su muerte Ana mencionó su arrepentimiento por haber impulsado el Día de la Madre pues ella jamás se imaginó que este día fuera utilizado más bien mercantilmente y no con el fin que ella había idealizado.

FECHAS: La mayoría de los países lo festejan mayo, frecuentemente domingo.

El cuarto domingo de la cuaresma, formalmente Mothering Sunday, en Irlanda y Reino Unido.

El 8 de marzo, Día internacional de la mujer, en: Albania, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Macedonia,Montenegro, Rumania, Serbia, Bulgaria y Rusia.

El 21 de marzo (Día de la Primavera), en Egipto, Líbano, Marruecos, Palestina y Siria.

El primer domingo de mayo, en España, Hungria, Portugal, Sudáfrica y Lituania.

El segundo domingo de mayo, lo recuerdan en Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Chile, China, Canada, Colombia, Cuba, Dinamarca, Ecuador, EEUU, Estonia, Filipinas, Finlandia, Holanda, Honduras, Italia, Japón, Liechtenstein, Nueva Zelanda, Perú, Puerto Rico, República Checa, Suiza, , Uruguay y Venezuela.

El 10 de mayo en India, Malasia, México, Omán, Pakistan, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Guatemala y El Salvador.

El 14 de mayo, se festeja en Samoa.

El día de la Bandera, 15 de mayo, se lo recuerda en Paraguay.

El 26 de mayo en Polonia.

El 27 de mayo, a causa de las Heroínas de la Coronilla, lo recuerdan en Bolivia.

El 30 de mayo en Nicaragua.

El último domingo de mayo en República Dominicana, Suecia y Francia.

E 12 de agosto, (Cumpleaños de la reina Sirikit Kitiyakara) en Tailandia.

El 15 de agosto, día de la Asunción de la virgen en Amberes (Bélgica)

El tercer domingo de octubre en Argentina.

El 8 de diciembre, Dia de la Inmaculada Concepción en Panamá.

Y el 22 de diciembre en Indonesia.




PLANIFICACIÓN FAMILIAR Y REGULACIÓN RESPONSABLE DE LA FECUNDIDAD


La sexualidad humana tiene funciones: La erótica, la reproductiva y la vinculativa o comunicativa. La función reproductiva de la sexualidad humana es la más antigua desde el punto de vista filogenético, esta es una función que compartimos con los demás animales. La reproducción tiene como función biológica perpetuar la especie y tiene también otras funciones desde el punto de vista social, la psicológico y trascendental. La opción de procrear satisface la necesidad de "crear" juntos un nuevo ser, una nueva vida, de perpetuarse en el sentido trascendental, de dar "vida a una nueva vida", para ser mejores como especie.
En otras especies animales el principio biológico para facilitar la supervivencia se relaciona con el número de reproducciones, entre más sean los nacimientos mejores posibilidades de supervivencia para la especie. En el año 2.000 los seres humanos sobrepasamos el habitante seis mil millones (6’000.000.000) y esto no ha significado mejora en el nivel de vida de la humanidad o mayores posibilidades de supervivencia, tal vez por el contrario.
Históricamente las sociedades y las culturas humanas han hecho diferentes intentos para ejercer control sobre la natalidad, la fecundidad y la estructuración la familia. Esto ha estado regulado y mediado por las creencias religiosas, los requerimientos económicos y las fuerzas de poder social de cada época cultura.El sentido de ser padre y madre y de tener hijos y de familia ha evolucionado con el desarrollo de la cultura humana. En la cultura occidental la sexosofía tradicional que ha regulado la sexualidad ha tenido una fuerte influencia judeo-cristiana. Dentro esta sexosofía se ha dado más importancia a la función reproductiva de la sexualidad. Los preceptos religiosos han mediado la concepción de la construcción de familia y el uso de las prácticas para regular la fecundidad.
Desde siglos atrás se le atribuyó a la sexualidad una función predominantemente reproductiva, como si esta fuese la única función de la sexualidad humana. El sexo para la pareja tuvo un sentido reproductivo; lo lúdico, recreativo, comunicativo y placentero del ejercicio sexual tenía en las parejas una función secundaria, como relegada a un segundo plano, en muchas ocasiones no estaba relegada, sino que se negaba su legitimidad. Culturalmente se espera que hombres y mujeres se unan en pareja y tengan hijos, la sociedad presiona de muchas maneras a las parejas recién unidas para que tengan familia, independientemente de que estén o no preparadas integralmente para ello.
El desarrollo de las prácticas de regulación de la fecundidad han posibilitado disfrutar de lo hermoso y maravilloso de la ternura, el placer, el amor y la comunicación mientras que la pareja logra las condiciones emocionales y sociales para tener hijos-hijas si esta es su decisión. Las parejas modernas cuentan con mayores alternativas para regular la posibilidad de embarazo, lo cual ha llevado a que la formación de una familia con hijos pueda ser prevista cada vez más como una opción responsable y madura, producto a su vez de un proceso de toma de decisión. En este sentido aún es mucho lo que hay por hacer desde la educación sexual y la planificación familiar.
Una buena proporción de los embarazos de nuestra población en edad fértil de un coito que no buscaba intencionalmente la procreación no fueron previstos, no hacía parte de un plan de vida individual y de pareja, fueron concebidos como consecuencia de un coito que no previa el embarazo y que no se tuvo con tal objetivo.

Iniciando el siglo XXI aún es mucho lo que hay que hacer en materia de planificación familiar y regulación de la fecundidad. Desdichadamente la educación sexual tradicional en la mayor parte de los casos no facilita la formación de los requerimientos básicos para estructurar exitosamente una vida familiar, en el mejor de los casos se ha centrado en la entrega de información relacionada con la fisiología y la anatomia de la fecundación, el embarazo y parto, descuidando la formación actitudes, valores y habilidades necesarias para el desarrollo y la estructuración de una maternidad-paternidad responsable y realizante. Tener un coito para que un espermatozoide fecunde un óvulo es una cosa y criar adecuada, positiva y responsablemente una familia es otra. Estructurar una familia, optar por la maternidad y estructuren mejores familias y que se ejercita una paternidad y una maternidad más responsable y exitosa.
El término "anticoncepción", ha tenido una connotación negativa, ya que se asocia a una posición contra la concepción. En este trabajo nos referiremos a los llamados "métodos anticonceptivos", más bien como "métodos para regular la fecundidad". Se definen como todas aquellas acciones dirigidas a poder disfrutar de la función erótica sexual, ejerciendo control voluntario y responsable sobre la función reproductiva, al servicio o no, de un plan de construcción de vida .
Existen métodos para regular la fecundidad que difieren en sus características, nivel de efectividad, efectos secundarios y funcionabilidad. La función principal de estos métodos para regular la fecundidad no es "oponerse a la construcción de la familia", la función principal es facilitar el ejercicio de una sexualidad responsable, el cual, se considera un derecho sexual y reproductivo de hombres y mujeres.
El uso responsable y adecuado de los métodos para regular la fecundidad es un componente que hace parte del proceso de planificación familiar.
La planificación familiar hace referencia "al proceso de toma de decisiones que una pareja hace respecto al tipo de familia que desean conformar y al proyecto de vida familiar que desean construir”. Comúnmente se confunde planificación familiar con "no tener hijos", "lo que hace una pareja para no tener hijos", "el uso de métodos para no tener hijos" etc. Desde nuestro concepto esto no es planificar una familia, aunque algunos de estos elementos si hacen parte de la toma de decisiones que debe tener una pareja que planifica intencional y conscientemente una familia. Escoger un método para regular la fecundidad es una cosa y planificar una familia es otra más compleja aún, escoger un método para regular la fecundidad hace parte del proceso de planificación familiar.
Ser padre y madre es una experiencia maravillosa que puede ser fuente de realización personal siempre y cuando, se tenga la preparación adecuada para ello. Cada quien escoge como llegar a la paternidad y a la maternidad: por azar, las circunstancias o como resultado de una libre, consciente y responsable decisión.
Este proceso implica que la pareja elabore consciente y explícitamente respuestas a una serie de interrogantes que incluso proponemos sean planteadas en un cierto orden "lógico" y secuencial:
La primera pregunta que deberían responder una pareja en proceso de planificación familiar sería:
Deseamos tener hijos?
Cuáles son las razones por las cuales los deseamos tener?
Qué sentido tiene tener familia para cada uno y para la pareja?
La paternidad y la maternidad no tienen que ser una opción de vida para todo el mundo, por otra parte es una decisión importante en la vida. De hecho muchas personas hubieran hecho mucho bien a la humanidad si nunca hubieran tenido hijos en las condiciones que los tuvieron y criaron. Es importante que la pareja se replantee las razones por las cuales desea conformar una familia.
Le seguiría en segundo orden las siguientes decisiones:
Cuáles son nuestros proyectos de vida? (El tuyo, el mío, el nuestro)
Qué papel juega construir familia en estos proyectos?
La construcción de un proyecto de vida familiar no es incompatible con la construcción de un proyecto de vida personal, pero es importante saber planear para que armonicen y no sean fuente de conflicto. Muchas mujeres especialmente, más que hombres, han tenido que aplazar o sacrificar expectativas de vida y proyectos de desarrollo por hacer frente a la crianza de un embarazo no planeado. Esto es típico en nuestra cultura en la que aún predomina una concepción sexista de la familia.
1. En este orden seguirían:
2. Qué tipo de familia deseamos formar?
3. Cómo deseamos tratar nuestro hijos?
4. Qué tipo de ambiente familiar aspiramos a construir?
5. Cómo desearíamos formar l@s hij@s?
6. Qué tipo de formación y de valores esperamos fortalecerles?
7. En qué condiciones de vida deseamos tenerles y criarles?
Una buena parte de las parejas no hablan, ni mucho menos acuerdan criterios sobre la crianza que darán a los hijos o hijas, se unen con una visión idílica de la paternidad y maternidad, desconociendo aspectos importantes relacionados con la crianza exitosa. Se tienen los hijos y en el camino de la vida familiar ajustan las cargas al ritmo del ensayo y el error.
A partir de las anteriores respuestas, se responderían las siguientes preguntas:
1. ¿Cuántos hijos deseamos tener?
2. ¿En qué momento de nuestras vidas les tendremos?
Siendo éstos los planes de construcción familiar, entonces ahora si será importante tomar las siguientes decisiones:
1. Cómo disfrutaremos de la sexualidad y el erotismo ejerciendo control sobre fecundidad?
2. Qué métodos para regular la fecundidad serán más convenientes, adecuados, funcionales y coherentes con nuestras creencias religiosas y estado salud?
Estas últimas preguntas son las que se han atribuido el concepto de planificación familiar. Una charla sobre métodos para regular la fecundidad es una cosa y un proceso de formación para planificar una familia es otra, este debe ser un proceso que la pareja antes de unirse debe reflexionar y decidir.
Desde esta perspectiva la enseñanza de los métodos para regular la fecundidad haría parte del proceso de planificación familiar, se diferenciaría el concepto de uso responsable de los métodos para regular la fecundidad y el concepto de planificación familiar. Tal vez una pareja sepa usar exitosamente los métodos para regular la fecundidad, lo cual no significa que tendrán éxito también en la construcción de una familia que ofrezca a sus miembros las condiciones necesarias para desarrollarse con plenitud. Los estudios en diferentes países, entre Colombia muestran una disminución sustancial en la tasa de natalidad, lo cual es un factor necesario para mejorar la calidad de vida familiar, pero que a nuestro juicio no es suficiente. Números menores de hijos no significaría más éxito en la calidad de la vida familiar.
El uso responsable de los métodos de la regulación de la fecundidad es de beneficio para las parejas tengan o no planes de familia, es de vital importancia para todo tipo de parejas regulares (en convivencia con o sin matrimonio y noviazgo) y ocasionales. La planificación familiar requerirá de un proceso complejo de formación que promueva desde tempranas edades valores, actitudes y habilidades para una paternidad/maternidad responsable y exitosa como producto de una opción libre y consciente. Por supuesto esto requerirá de procesos intencionales, permanentes y sistemáticos de educación sexual tanto en el sistema educativo como familiar.

LEONARDO ROMERO SALAZAR
Codirector del Centro de Asesoría y Consultoría
Miembro de la Sociedad Colombiana de Sexología y de la WAS (World Association for Sexology)


NIÑAS MADRE


Durante las últimas semanas se conocieron dos casos de niñas de apenas once años con embarazos tan avanzados que ya no puede siquiera discutirse sobre la pertenencia de un aborto no punible. Estas historias tan pequeñas como sus protagonistas son emergentes: año a año, el número de niñas madres aumenta en la Argentina –en Santa Fe, por ejemplo, sólo en la mitad de 2005, 307 niñas menores de 14 dieron a luz–: una situación que se registra como grave, aunque no lo suficiente.
A los 11 años la menstruación viene o está por venir o ya le vino a una compañera de banco y una espera esa marea roja como se espera lo desconocido: con temor, desesperación, pasión, alegría, dolor o expectativa. A los 11 –o 12– años la menstruación divide. Pero no es un ritual de tacos altos o un beso inaugural. No es un rito, es un rastro. A los 11 años aparece la palabra mancha –y ya no por juego–, pero esos 11 años no son iguales para todas las niñas argentinas. Para esperar hay que saber qué se espera. Y para saber –a los 11 años– alguien (de más de 11) tiene que saber explicar que ese cuerpo es decisión y deseo. No manipulación o destino.
Este último mes las noticias se plagaron de títulos con nenas de 11 años que no tendrían que haber dejado –ni dejar– la sala de pediatría y ya están acorraladas en la de obstetricia. Son noticia porque esta vez el capricho de las noticias las sacó del silencio. Pero no son las primeras, ni las únicas. “Está creciendo la cantidad de nenas que se embarazan desde que menstrúan –que puede ser a los 9 años– hasta los 14. La tasa de fecundidad por mil para la franja de 10 a 14 años, en 1960, era de 1,0 por cada mil pre-adolescentes. En cambio, ahora, es de 1,8”, resalta Mabel Bianco, médica y presidenta de la Fundación Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM).
Una de ellas es la niña-nena o gurisa, como acaricia el guaraní el nombre de las chicas, que no esperaba su menstruación: ni esperaba que le viniera, ni que se vaya, ni que volviera. Su mamá tampoco se fijaba en ella, pero habría que ver qué es fijarse en lugares sin baños, sin toallitas volcando sangre azul como en la tele, sin alas, olores, sin información. Su mamá la llevó al hospital San José por vómitos y se enteró de que su hija –de 11 años y apenas 1,30 de estatura para imaginarse la fragilidad de su cuerpo– estaba embarazada de seis meses. Los médicos dijeron que el embarazo es de alto riesgo porque su contextura física (recién ahora pesa 47 kilos y medio) no está preparada para sobrellevar un embarazo y sus huesos no le dan para un parto natural. La internaron y ella, la gurisa, se escapó. Se escapó del hospital San José para volver a jugar en las calles de tierra, como quien quiere escaparse de un destino. Que no tendría por qué serlo.
Los diarios escribieron que fue presuntamente violada –un presunto que no usan cuando tienen que culpar a un presunto ladrón de su presunto delito– como si a los 11 años una nena embarazada tuviera que probar que no fue libre. Pero ella, la gurisa, no sólo no es libre ahora. No lo fue cuando el Estado no le dio educación sexual, esas dos palabras serias que se vuelven crueles cuando callan y palpables cuando la alfabetización debería contar que la menstruación viene todos los meses (y si no viene puede señalar un embarazo), que el cuerpo de una mujer (y niña) es suyo, que nadie puede forzarla, tocarla ni a penetrarla, que si alguien la violenta no se deje amenazar porque el violador es el otro y no –NO– presumiblemente ella, que tiene que contarle a su mamá y a su maestra si alguien la abusó e ir a un hospital a pedir ayuda, que en el hospital le tienen que dar una pastilla para que ese abuso no siga.
No es solamente una niña la que está embarazada. Es un Estado el que calla. Es Argentina la que olvida a sus nenas de 11 años. Las olvida cuando no les habla.
Y las deja, como a ella, en El Pozo, un barrio, olvidado, escondido, como su nombre, como el silencio. “¿Qué es lo que pasa con la desprotección de estas pibas? Una nena de 11 años no está en condiciones de criar a otro chico. ¿Cuándo le van a reparar algo a esta nena?”, se pregunta Irene Intebi, psicóloga, ex coordinadora del Programa de Maltrato Infantil del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y autora del libro Abuso sexual infantil: en las mejores familias.
Pero ella, la niña de 11 años, trajo a las noticias a otra niña de 11 años, también de Corrientes –de la Ciudad de Concepción–, embarazada de siete meses por la violación del marido de la mamá, al que su mamá denunció, y que ahora está detenido. Sin embargo, las dos no son dos. Son muchas. El 0,4 por ciento de los bebés argentinos nace de una mamá menor de 15 años, según cifras del Indec. La cifra descifra que 2945 chicos/as nacieron, en el 2004, hijos de mamás de 14, 13, 12 u 11 años que todavía debieran ser hijas. En el 2005 la cifra de bebés de madres precoces fue 2725. La gravedad de casi 3000 embarazos anuales de niñas madres es clara. Pero más grave de lo que se tiene en cuenta.
Una investigación realizada durante 18 años en 18 países por la Organización Panamericana de la Salud –en la que se estudiaron 854.377 mujeres latinoamericanas, entre ellas 250.000 mujeres argentinas de entre 10 y 24 años que dieron a luz entre 1985 y 2003– remarcó que la mortalidad de la mamá y de su hijo se cuadriplica cuando la mujer tiene menos de 16 años debido a un aumento de hasta el 40 por ciento en el riesgo de desarrollar anemia y sufrir hemorragias e infecciones uterinas después del parto, con respecto a las jóvenes de entre 20 y 24 años. Mientras que en los bebés de las madres menores de 15 años el riesgo de muerte dentro del primer año de vida es un 50 por ciento mayor que en los hijos de mujeres de 20 a 24 años, por la gran cantidad de partos prematuros y bebés nacidos con bajo peso que se registran en esta población.
El embarazo pre-adolescente muestra el desamparo de las desigualdades del interior de la Argentina. Por ejemplo, solamente entre enero y octubre del 2005 en Santa Fe se registraron 307 casos de embarazos en menores de 14 años. Pero además se produjeron 200 casos de embarazos en nenas con menos de 12 –¡12!– años. ¿Hay que escribirlo con signos de exclamación para que se lea? ¿Hay qué leerlo dos veces para que se escuche? Probemos: en menos de un año, en una provincia argentina, hubo 307 chicas –una fila tan larga que podría rodear la Casa Rosada– que se quedaron embarazadas a los 14 años. Pero de esas 307 chicas, 200 –dos cuadras completas o alrededor de 20 divisiones escolares– tenían menos de 12 años.
No son adolescentes, son nenas que, en realidad, tendrían derecho a un aborto no punible, ya que la maternidad pone en riesgo su salud física y psíquica. Bianco destaca: “Si el embarazo ha sido producto de una violación y hay riesgo de salud no hay ninguna duda de que la niña tiene derecho a un aborto legal en un hospital”. Sin embargo, uno de los riesgos para las madres precoces –especialmente en ese interior abismal de la pobreza– es el aborto clandestino. En el 2001 se registró un hito que quedó enmarañado por la telaraña de la crisis. Ese año, 27 adolescentes murieron por mortalidad materna, a causa de su embarazo o parto –que, en la mayoría de los casos, sucedió por un intento de un aborto sin condiciones propicias de seguridad y salud–, pero una de esas muertes fue la de una niña de entre 10 y 14 años, según la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación. Una niña muerta por un aborto clandestino. “En el 2001 fue la primera vez. Pero desde ese momento todos los años hay una o dos muertes. Ya es una constante”, desnuda Bianco, una realidad pasada por alto.
La mayoría de las niñas madres son embarazadas después de un abuso sexual. Si bien puede haber relaciones sexuales consentidas, por imaginarse una edad, desde los 13 años –seguramente cruzadas por presiones y desamparos, pero donde existe algún nivel de autonomía–, a los 11 y 12 años nadie puede hablar de embarazo sin abuso. “Por definición de lo que es una agresión sexual, un embarazo en una nena de 11 años es una violación. No puede haber consentimiento. Mientras que la noticia aparece en algunos medios como ‘niña embarazada’ y no como un abuso o violación. Ni siquiera hay una reflexión sobre cómo quedó embarazada una chica de once años”, subraya sobre el tratamiento mediático de este caso Irene Intebi.
A veces el abuso es explícito y otras, el abuso de poder, aparece más borroso, al menos, para las propias madres precoces. Una ginecóloga de un centro de salud porteño recuerda: “Hace diez años tuvimos el caso de una niña de 13 años que quedó embarazada de su pareja de 39 años, amigo del padre de ella. Aparentemente para la familia funcionaban como una pareja estable. La nena esperaba gemelos con los riesgos biológicos que ello implicaba en un cuerpo aún inmaduro. El caso fue judicializado. Hoy ella tiene 25 años, una nueva pareja y otro hijo y aún se atiende en el centro de salud.”
Pero la realidad de las niñas madres no es inmodificable. Una herramienta fundamental es la educación sexual integral en todo el país que enseñe desde temprana edad a prevenir abusos sexuales y a conocer el funcionamiento del cuerpo.
En general, los embarazos se producen a partir de la primera menstruación, aunque hay excepciones en las que puede llegar antes que un sangrado habitual. “Los embarazos que ocurren antes de la menarca son muy poco frecuentes, pero pueden ocurrir porque antes de que la mujer tenga la primera menstruación, por todo el mecanismo hormonal que se pone en marcha en la pubertad, se puede dar lugar a que ocurran ovulaciones aisladas. Y, por lo tanto, si esa niña tiene relaciones sexuales puede llegar a quedar embarazada”, explica Karina Iza, médica ginecóloga del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam) y del Centro de Salud Nº 2 de la ciudad de Buenos Aires.
La nena de 11 años de El Pozo ya está de 30 semanas. “Yo puedo hablar de su estado clínico y clínicamente están bien ella y el bebé”, dijo el director del Hospital San José de Paso de los Libres, Juan Legarreta, a Las 12. “Ella entró en estado de mutismo pero ya responde preguntas. También está inscripta en el Plan Nacer que le manda sopa, leche, cereales y compuestos nutricionales a la casa y ya dice qué quiere comer y qué no.” La nena-niña-gurisa –a los 11 años– pide chuletas. Y le dan. Pide masitas y caramelos. No le dan, o le dan apenas poquitos. No es comida de una mamá, sino de una nena.

PAGINA 12 – MARTES 17 SEPTIEMBRE 2007

ANGEL