jueves, 10 de enero de 2008

EL CALENDARIO


Celebrar la llegada de un nuevo año es simple: basta con sincronizar los relojes, esperar hasta las 12 y levantar las copas. Pero definir ese preciso instante llevó miles de años y la tarea todavía no está completa.
Ante el primer intento de organizar el tiempo, los puntos de referencia más evidentes fueron los movimientos cíclicos de la Luna y el Sol. Así nacieron los conceptos de día, mes y año:
• Día: lapso entre dos pasadas del Sol por el meridiano del lugar (o sea el mediodía, cuando la sombra es más corta).
• Mes: lapso entre dos lunas llenas.
• Año: lapso entre dos pasadas del Sol por un mismo punto celeste, percibidas en principio como el día más corto (o más largo) o como el ritmo de las estaciones.
Más o menos sobre estas bases se definieron los calendarios más avanzados de las distintas civilizaciones. Pero las divergencias se plantearon cuando hubo que resolver un problema fundamental: la falta de correspondencia exacta entre esas unidades.
El año solar no contiene un número exacto de meses lunares ni un número entero de días. Lo mismo ocurre con el mes lunar, que tampoco tiene un número entero de días. Concretamente, el año solar tiene 365 días, 5 horas, 48 minutos y algunos segundos más; el mes lunar tiene 27 días, 7 horas, 43 minutos y varios segundos.
El problema era entonces cómo hacer encajar los días en los meses y los meses en los años, más o menos con la misma exactitud con la que los segundos calzan en los minutos y estos en las horas. Si bien algunos pueblos de Oriente y de Medio Oriente encontraron sus propias soluciones (algunas de las cuales mantienen vigencia hoy en día), por presión cultural y religiosa fue el calendario occidental el que se impuso en todo el mundo.
Las raíces más próximas del calendario occidental pueden buscarse en el quinto rey de Roma, el etrusco Tarquinio Priscio, quien diseñó un calendario de 12 meses, uno de 28 días (febrero), cuatro de 31 días (marzo, abril, quintilis -julio- y octubre), y siete de 29 días (enero, abril, junio, sextilis -agosto-, septiembre, noviembre y diciembre). Como esto sumaba 355 días, cada dos años se agregaba un mes adicional, intercalans, que tenía 22 ó 23 días y que comenzaba después del 23 de febrero.
El año comenzaba el 1º de marzo y los agregados se hacían en febrero porque era el último mes del año. Esto explica la etimología de nuestros meses actuales: septiembre, octubre, noviembre y diciembre eran efectivamente el séptimo, octavo, noveno y décimo mes del año. La intercalación del mes adicional correspondía a los sacerdotes, que por desidia o conveniencia hacían su trabajo irregularmente con los consiguientes desfasajes.
A lo largo de los siglos se intentaron modificaciones a este calendario para mejorar los complicados desajustes entre la necesidad de imponer una regularidad arbitraria y las imperfecciones del tiempo real.
Hacia el siglo XVI el Papa Gregorio XIII requirió los auxilios del astrónomo y físico Luigi Lilio. El calendario por él definido se denominó gregoriano y es el que nos rige actualmente. Pero su adopción por todos los países fue más lenta que lo que podría pensarse. Si bien naciones católicas como Francia, Italia, Luxemburgo, Portugal y España lo aceptaron de inmediato (en 1582), otros, como Grecia, recién lo hicieron en 1923. Cuando el Reino Unido decidió acomodarse a este ordenamiento en 1752 y borrar 11 días excedentes (según la recomendación de Lilio), la gente se amotinó en las calles para que se le devolviera la vida perdida.
A pesar de todo, los problemas del calendario hoy todavía no han terminado y en las Naciones Unidas se acumulan más de un centenar y medio de proyectos para reemplazar el calendario gregoriano. Las principales objeciones son de tipo administrativo y financiero. Los meses actuales tienen gran cantidad de días diferentes, empiezan en cualquier día de la semana y pueden tener cuatro o cinco domingos... Todo esto provoca desórdenes en ciertas planificaciones y es por ello que la definición del calendario que hoy se conoce quizás no sea igual a la que exista dentro de algunos años.

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