miércoles, 2 de enero de 2008

CUENTO POR ENCARGO


El barco pirata estacionó frente a mi casa. Los marineros engancharon el ancla en el árbol del vecino y se apostaron a lo largo de la calle mirando hacia adelante con cara de desalmados. Al rato bajo el capitán y golpeó mi puerta; le abrí, y él entró sin ningún tipo de preámbulos y se acomodó en el bar destrozado que me quedó de un fallido cuento de vaqueros.
"Usted es escritor, ¿no?", me interpeló en un idioma desconocido; por suerte los dos manejabamos el mismo código literario. "Sí; así es", respondí. "Bien, dijo, necesitamos alguién con mucha imaginación". "Los críticos dicen que yo no tengo ni una pizca", señalé. "Bien, murmuró pensativo, ése es un buen signo". Hizo una pausa; tomó un vaso de whisky que había por ahí, y me miró. "Mi tripulación y yo tenemos un problema. No encontramos una buena aventura desde hace años. Nadie nos quiere dar lugar en sus historias; dicen que ya no servimos para nada porque estamos pasados de moda... Así que decidimos tener nuestro propio escritor". Lo único que faltaba, pensé: Piratas con problemas existenciales. "Mire, le dije, los relatos de aventura no son mi especialidad." "Eso no nos importa, masculló, pónganos en el género que quiera." Se puso de pie bruscamente, se dirigió a la puerta y agregó: "Le damos una semana. Y no intente traicionarnos. Los dos escritores que lo intentaron ya no pueden escribir más". Y se fue.
Entonces, por las dudas, empecé a escribir esta cuento.

Marcelo Damiani

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