viernes, 8 de febrero de 2008

MI CASA


Cuando tenía ocho años fui desafiado por mi maestra para describir ante mis compañeros como era mi casa:
-”Bueno, para entrar a mi casa es requisito indispensable el tener alas, porque la única entrada es por el gran ventanal que da al primer piso a la calle. La salida en cambio, es por una puerta común y corriente pues el living es demasiado angosto y no hay lugar para tomar el envión necesario que se requiere para el más modesto de los despegues. Tenemos también una mesa mágica…”
A esa altura de mi exposición desaparecí del aula siguiendo a mi oreja izquierda, que había quedado atrapada entre el índice y el pulgar de la tierna mano de la señorita Dora
-“¡Repítaselo ahora al Padre Rector!”-exclamó.
Coloque mis orejas a una misma altura, me alineé un poco y satisfice de inmediato el pedido:
-”Bueno, para entrar a mi casa es requisito indispensable el tener alas…”
Tanto gusto mi sencilla descripción, que tuve que repetirla frente a la psicopedagoga, a tres monjas, al presidente de la Cooperadora, al Consejo Escolar, al cura Antonio, y hasta a un policía que pasaba.
Y todos coincidieron en que debían acompañarme a mi casa, seguro para conocerla y además porque hablar de no sé qué con mi papá.
Pero los pobres se tuvieron que conformar con dialogar a gritos desde la vereda porque para entrar en mi casa es requisito indispensable el tener alas...y por supuesto ninguno de ellos tenia unas.

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